(10/01/2008) La gobernadora Fabiana Ríos se dispone a anunciar hoy un paquete de medidas con el que busca paliar la aguda crisis que vive la provincia. Y lo hará ante el peor de los escenarios: los gremios del ámbito estatal, los que supieron erigirla en Gobernadora, en pie de guerra por la grave, inusual y sorpresiva demora en percibir sus salarios del mes de diciembre.
Pero el enojo y la decepción de los trabajadores estatales no se circunscribe tan solo al pago parcial -y tardío- de sus haberes. Lo que experimentan, y que se pudo percibir durante las medidas de protesta llevadas a cabo ayer tanto en Ushuaia como en Río Grande, es una verdadera desilusión por la actitud de un Gobierno que sentían propio. Hasta ayer.
Es que no logran comprender las razones para tanto desatino a pocos días de comenzar una esperanzadora gestión, ante el primer obstáculo económico de los muchísimos que se le presentarán a lo largo de los próximos cuatro años.
De tal forma, la imperdonable inoperancia en relación con la comunicación de las acciones a tomar, no dejaron otra alternativa a los gremios que salir a los medios a vociferar sus quejas, mientras desempolvaban bombos y banderas para hacerle sentir a Ríos, por primera vez, a menos de un mes de gestión, que no resultará tan sencillo contar con su acompañamiento, como en las doradas épocas en que compartían la tribuna opositora.
Los más encumbrados dirigentes sindicales estatales no podían pronosticar ayer cómo el ARI pretende gobernar una provincia con tan pobre estrategia comunicacional: ausencia absoluta de diálogo con los gremios -a quienes con solo advertirlos en privado de la grave situación quizás se los podría tener de aliados-, el increíblemente confuso mensaje del Ministro de Economía, el empecinado silencio de radio de la Gobernadora. Qué otra reacción que no fuera la protesta podía esperarse ante semejante cocktail de desaciertos?
El túnel del tiempo
La reunión propuesta ayer en Ushuaia por el secretario de Gobierno, Ricardo González Dorfman, con los representantes de lo sindicatos del Estado, no resultó más que un tardío gesto de dialoguismo que encuentra a los dirigentes con la gente ya en la barricada, dispuesta a todo.
Así, los delegados de la intervenida Asociación de Trabajadores del Estado y algunos dirigentes del sindicato docente SUTEF, concurrieron a la Casa de Gobierno para escuchar los pormenores de la grave situación económica que vive la provincia y los detalles -más bien la traducción de lo anunciado el martes por Sideris- de la modalidad de pago de los salarios de diciembre de los trabajadores públicos. Aunque hubieran preferido ese mismo encuentro informativo algunos días antes.
Desde la Secretaría de Comunicación Institucional se informó que González Dorfman explicó a los dirigentes que el adelanto de haberes de mañana es para la totalidad de los agentes de la administración pública. Horas más tarde, las autoridades del Banco de Tierra del Fuego confirmaban lo que se propuso en el encuentro: que no se efectivizarán los descuentos previstos y se prorrogarán los vencimientos de tarjetas de créditos de los agentes provinciales.
Los gremialistas se retiraron de la reunión masticando la bronca por no haber sido convocados antes para recibir esa información tan certera y precisa, que hubiera evitado la protesta que se corporizó ayer en toda la provincia, la que menos deseaban todos ellos, sin dudas.
A las pocas horas, la gacetilla de prensa emitida desde el Gobierno trataba de transmitir, ingenuamente, un encauzamiento en los carriles del diálogo naturalmente aceitado entre el gremialismo combativo y el ARI: "El funcionario (González Dorfman) destacó el acercamiento con los dirigentes gremiales para el tratamiento de los temas que preocupan a la comunidad" redactaron, con al menos una semana de atraso.
Lo que no imaginamos
En definitiva, Ríos visualizó demasiado temprano ayer, por los ventanales de la Casa de Gobierno en Ushuaia, la escena que jamás imaginó y mucho menos esperó que ocurriera a casi un mes de ocupar el sillón más importante: Un ruidoso grupo de trabajadores de la administración pública se manifestaba frente a la Casa de Gobierno, descontento por la falta de pago de sus sueldos de diciembre y por la deuda del medio aguinaldo.
La San Martín cortada, la gente protestando, la carpa, esa permanente escenografía que el mismo ARI supo inventar y sostener durante todos estos años de Gobiernos de cualquier signo, se transformó de pronto ayer, para Fabiana Ríos, en su peor destino.
En este estado de situación hoy la Gobernadora deberá hacer frente a los micrófonos para anunciar una serie de medidas que se espera sean paliativas para la problemática situación. Lamentablemente se perdieron tiempo y esfuerzos sin acertar ya no con una pretendida solución a la crisis, sino al menos con delinear una estrategia participativa, pluralista, abierta, consensuada, un intento racional de capear el temporal. Y no el llanto inútil sobre la leche derramada, el improductivo reparto de culpas y responsabilidades hacia atrás, el empecinamiento por el silencio o por el mensaje confuso, la torpeza de las decisiones apresuradas y no planificadas.
La madrugadora tormenta que se le declaró a la flamante gestión del ARI seguramente encontrará, más temprano que tarde, una razonable resolución que dé lugar al aquietamiento de las aguas y a la imposición de un rumbo estable y sostenido. De esto no caben dudas, el repentino conflicto será pronto sólo un recuerdo, una cifra estadística.
Ojalá el remezón redunde en el despertar de un Gobierno que tiene absolutamente todo para ganar, pero que salió del vestuario con un gol en contra.
